El bonsái es una forma de arte Japonesa, no simplemente un árbol pequeño como se suele creer, que tiene sus orígenes en China hace alrededor 2000 años. Consiste en replicar un pedazo de la naturaleza en un tamaño pequeño. Esto se hace mediante el cultivo de un árbol o planta, usualmente es un arbusto, controlando el tamaño de este para que no crezca demasiado.
Un poco de historia:
En China, durante la Dinastía Qin, los jardineros imperiales trasplantaban árboles que, por cuestiones ambientales, no habían crecido del tamaño esperado. Estos pequeños árboles les eran regalados a los emperadores para adornar sus palacios. A esta actividad se la conocía como punsai y a estos árboles pequeños se los consideraba sagrados, por lo tanto tenían una significación religiosa.
Después de un tiempo los jardineros quisieron replicar este fenómeno de la naturaleza. Se dieron cuenta que si plantaban los árboles en unos pequeños cuencos lisos y poco profundos, entonces podían lograrlo.
Más adelante los monjes chinos se dispersaron por todo el oriente y llegaron a Japón, llevando con ellos los punsai. Los monjes que practicaban el budismo Zen en Japón se inspiraron en estos árboles y decidieron crear sus propios mini paisajes. Rápidamente se pusieron de moda por todo Japón y pasaron a llamarse Bonsai, la pronunciación japonesa de Punsai, y a tener un fin completamente artístico.
Durante la era Meiji el bonsái llegó a Europa. Allí transcurría la época Victoriana y tenía lugar una exposición llamada “Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations” que reconocía el progreso de diferentes disciplinas. Fue en esta misma exposición en la cual los bonsáis fueron introducidos oficialmente al occidente y por lo tanto, a todo el mundo.
En la actualidad, podemos encontrar bonsáis en muchas partes del planeta. Esta técnica Oriental milenaria ha traspasado generaciones enteras hasta llegar a nuestros días. Podemos decorar nuestros hogares como los antiguos emperadores Chinos y conectar con estas obras de arte vivas.
